Quien es Toribio Rodríguez de Mendoza?

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Exponente de la ilustración en el Perú : Toribio Rodríguez de Mendoza

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Como bien sabemos el siglo XVIII se distingue, entre otros, por el movimiento llamado de la ilustración o siglo de las luces caracterizado como ya vimos por su espíritu modernizador.

Las ideas de la ilustración en el Perú fueron difundidas y adaptadas a la realidad socio política de la época por insignes pensadores e intelectuales que en esta unidad y por razones de síntesis presentamos las ideas de tres de ellos: Toribio Rodríguez de Mendoza, José Baquíjano y Carrillo e Hipólito Unánue.

Rodríguez de Mendoza nace en la ciudad de Chachapoyas, el 16 de abril de 1750. Es indudable que, Toribio Rodríguez de Mendoza, desde la infancia demostró sobresalientes cualidades intelectuales.

De allí la preocupación de sus progenitores de dar al niño una esmerada instrucción, la cual, desde entonces, estaría orientada hacia la carrera sacerdotal, dado que el casi general monopolio existente durante el virreinato, convertía a esa carrera, para los criollos, en una de las más halagadoras perspectivas y acaso el único camino para lograr el anhelado prestigio social.

Biografía de Toribio Rodríguez de Mendoza

Ingresó al Seminario de Trujillo, porque este Centro de Estudios, para las distancias de entonces, se hallaba cerca de Chachapoyas. Pronto en el Seminario, dominaría el latín, indispensable para ¡os estudios superiores de Teología y Derecho.

Después de estudiar en el Seminario de Trujillo, el 29 de julio de 1766, ingresa «con beca de paga» al Seminario de Santo Toribio, en Lima, centro principal de estudios teológicos filosóficos del Virreinato dirigido por el Dr. don Agustín de Gorrichátegui.

En la Real y Pontificia Universidad de San Marcos, se gradúa de licenciado y doctor en teología, sustentando para este último una prueba sobre el Maestro de las Sentencias en diciembre de 1770, e inició de inmediato su carrera docente.

El virrey Amat, fundador del Real y Mayor Convictorio de San Carlos, por Decreto del 20 de diciembre de 1771, lo nombra maestro de ese flamante Centro de Estudios, desempeñando a la vez el cargo administrativo de Secretario.

Fue elegido catedrático regente del curso el Maestro de las Sentencias, en la Universidad de San Marcos según decreto de 1773. Ese mismo año obtenía por oposición, la Canonjía Teologal de la Iglesia Metropolitana de Lima.

Continuando sus estudios, se graduó de Bachiller en Sagrada Cánones, en la Universidad de San Marcos, grado que le confirió Baquíjano y Carrillo en 1779, y más tarde el 5 de mayo optó el título de abogado ante la Real Audiencia de Lima.

En 1783 estuvo al lado de José Baquíjano y Carrillo cuando se produjo el famoso conato reformista en la Universidad de San Marcos.

Atendiendo a sus excepcionales méritos personales el Virrey Teodoro de Croix lo nombró, primero, Vicerrector del Convictorio de San Carlos en 1785 y después Rector según decreto de 1786, en sustitución del Doctor don José Francisco de Arquellada, quien renunció a su cargo.

Es por esa época que se le encuentra formando parte de los grupos de avanzada. Por ejemplo, la Sociedad Amantes del País, en cuyo órgano, El Mercurio Peruano, colaboró al lado de las más eminentes figuras de la cultura virreinal.

Para reorganizar la docencia y administración del Convictorio Carolino, Rodríguez de Mendoza redactó en colaboración con don Mariano Rivero y Araníbar, un novísimo Plan de Estudios de 1787 cuyo texto, previa revisión, sirvió como instrumento básico para la nueva educación impartida en San Carlos.

Paralelamente a su preocupación en sus reformas, su carrera universitaria seguía en ascenso. Obtuvo en San Marcos las cátedras de artes y sagrada escritura en 1793. Ocupó el cargo de vicerrector y conciliario mayor en 1801, y regentó las asignaturas de prima de cánones y prima de teología en 1815.

El virrey Pezuela nombra visitador del colegio, al regente de la Audiencia del Cusco don Manuel Pardo de Rivadeneyra, cumpliendo la Real Orden de mayo de 1815.

La finalidad de esta visita era, sin duda, la clausura de San Carlos, por considerarlo como un foco subversivo, según lo expresa el mismo Pezuela. A esto sigue la represión económica para el Convictorio, situación que no soportó Rodríguez de Mendoza y renunciando al cargo de rector.

A este momento crítico seguirá otro de satisfacciones cuando se hace presente en tierra peruana el general Don José de San Martín. Rodríguez de Mendoza fue nominado miembro de la Sociedad Patriótica y recibió igual nombramiento en la Orden del Sol, y por sus méritos salió electo diputado por Lima, integrando el Primer Congreso Constituyente peruano.

Cuando San Martín dimitió el poder ante el Primer Congreso Constituyente, lo hizo ante una mesa momentánea, presidida por Rodríguez de Mendoza. Muere el 10 de junio de 1825 cuando se encontraba desempeñando el cargo de rector de la Universidad de San Marcos.

Pensamiento Pedagógico

Examinar la obra educativa de Toribio Rodríguez de Mendoza es fundamental para comprender la educación de aquel momento histórico. El Dr. José Jiménez Borja considera al maestro carolino como el «fundador espiritual de la República al mismo tiempo que el fundador de nuestra pedagogía”.

Desde el rectorado del Convictorio de San Carlos, Rodríguez de Mendoza prepara el camino para derrocar el gobierno colonial. Para esta labor estaba preparado e imbuido de las nuevas corrientes filosóficas y naturales que surgieron en el Renacimiento.

Se posesiona del espíritu del Novum Organum como una superación de la lógica puramente formal en que había sido educado y finca su esperanza en la inducción y experimentación científica, admirando particularmente a Newton.

El método cartesiano de rechazar toda aserción predeterminada y buscar la verdad mediante la duda, lo entusiasma y lo llevan subsiguientes sistemas racionalistas y espiritistas. Las doctrinas de Locke y de Condillac le son familiares.

Su fe religiosa y su conducta de sacerdote católico, elevado a la alta dignidad en el Cabildo Metropolitano, no cambian, a pesar de estas extremas y heterodoxas incursiones.

La dualidad es explicable dentro de la época en que muchos grandes espíritus se sentían fascinados por la novedad y fuerzas de las nuevas corrientes y vivían, sinceramente, dentro de una contradicción desconcertante.

Sin embargo, aquella filosofía laica, basada en el libre examen que el piadoso presbítero introduce en el Perú, no va influir tanto en la formación religiosa de sus discípulos sino en su formación política y ciudadana.

En sus obras se hallan los conceptos fundamentales de su ideología pedagógica, de su filosofía y de sus atisbos científicos. En uno de sus informes publicados en el Mercurio Peruano hallamos un alegato favorable a la libertad de optar cualquier sistema filosófico y una poderosa impugnación al aristotelismo.

Aristóteles constituía la base de la rutina pedagógica de colegios y universidades, influido por los escolásticos Rodríguez de Mendoza, por lo mismo, dirige su mejor esfuerzo intelectual para mostrar el desprestigio de sistemas que han dejado de ser útiles para la mente humana.

Así plantea que «un sistema literario o político que hoy es perjudicial, pudo ser útil y aún necesario en tiempos anteriores y el tiempo que fue antes odioso y detestable, puede hacerse muy ventajoso después.

Todo lo que no es bueno o malo en sí, o por su naturaleza, sufre esta alternativa según la vicisitud de los tiempos y variación de circunstancias».

Protesta contra la improvisación, contra el yugo de la unilateralidad, contra el memorismo que quita iniciativa a los jóvenes.

Propuso por lo mismo, un nuevo método de exploración de la idoneidad de los concursantes, más racional y que todavía perdura en la prueba oral del examen. El plan de estudios que plantea después señala una nueva era en la historia de la educación peruana.

Con sus reformas planteadas en el Convictorio de San Carlos, preparó nuevos hombres para nuevos tiempos, redactó las normas doctrinarias para el cambio de los objetivos educativos, supo administrar la vida cotidiana de su famoso colegio para bien del desarrollo individual de la generación que le tocó educar.

Reconociendo la importancia de este centro de estudios.

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